Algunos cultos protestantes se empeñan en decir que los sacerdotes católicos no contraen matrimonio porque le tienen miedo a ello y que es precisamente por esa razón que optan por la vida sacerdotal, otros afirman que no tienen la capacidad de educar correctamente a sus hijos, que son los menos indicados para hablar de problemas familiares si no tienen la experiencia suficiente pero ya daremos algunas respuestas con respecto a esto
Jesús mismo instituyó el Celibato en la Santa iglesia que Él mismo fundó hace 2000 años.
Los Sacerdotes católicos, además de ser los únicos que pueden consagrar el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, son los únicos que SI obedecen el mandato de Jesús cuando dijo:
Si alguno quiere venir a mí y no se desprende de su padre y su madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, NO PUEDE SER DISCIPULO MIO. (Lucas 14,26).
Por haber recibido ese don de la castidad recibe el don de orientar a las personas, primero por la iluminación del espíritu Santo y segundo por el grado de preparación intelectual que ha recibido a lo largo de su estadía en un seminario.
A continuación presento a través de este blogger una encuesta realizada por un obispo diocesano, observaremos y deduzcamos que tienen en común todas las opiniones
S. E. Mons. Ramón Benito de la Rosa y Carpio
Hemos preferido ahora ir a la calle y preguntar a la vida, a la gente que bulle en el calor de la existencia. Buscamos seis personas, con diferentes situaciones vitales, y les hicimos a cada una tres preguntas, las mismas a todas: ¿qué es un sacerdote para usted? ¿hay necesidad de sacerdotes en el país? ¿por qué?
INTRODUCCIÓN
No son éstas conclusiones que se han sacado a partir de fríos números de unas estadísticas. Se hubiera podido haber hecho así. Pero no. Hemos preferido ahora ir a la calle y preguntar a la vida, a la gente que bulle en el calor de la existencia. Buscamos seis personas, con diferentes situaciones vitales, y les hicimos a cada una tres preguntas, las mismas a todas:
A. ¿Qué es un sacerdote para usted?
B. ¿Hay necesidad de sacerdotes en la República Dominicana?
C. ¿Por qué? Digamos tres razones. He aquí sus respuestas:
1.AMA DE CASA. A. “El sacerdote es un servidor del pueblo de Dios. Un hombre entregado, que se da a los demás y ayuda a resolver problemas… Lo tengo en un punto muy elevado… Es especialmente llamado por el Señor”.
B. “ ¿Que si hay necesidad de sacerdotes? ¡La hay! Pero muchísima necesidad! Muchísima.”
C. “Los sacerdotes son necesarios,
Porque sin sacerdotes no captaríamos el mensaje del Señor.
Seríamos un pueblo descarriado, sin orientación.
Sin sacerdotes nos encontraríamos tristes… Nos ayudan a vivir la fe”.
2. EL COMERCIANTE. Así nos habla un comerciante respondiendo a nuestras preguntas:
A. “El sacerdote es un hombre llamado por Dios para representar a Cristo, predicar la palabra y administrar los sacramentos. Es la persona en la que tenemos confianza y de quien los creyentes esperamos todo lo mejor”.
B. “¡Andaaa…! ¿Que si necesitamos sacerdotes? Si no podemos conseguir más, tendremos que hacerlos de barro!”
C.“Considero que el sacerdote es necesario, porque es quien nos explica, nos da a conocer el Evangelio.
Las comunidades tienen ansias de que el sacerdote las visite y no hay suficientes.
Los que hay no alcanzan para los trabajos, que tenemos en la Iglesia”.
3. SOY EMPLEADO, Después de esta autopresentación, el chiripero responde con mucho gusto:
A. “El sacerdote es el hombre que tiene poder de Dios para educar la comunidad y el pueblo. Abarca todos los problemas que nuestra cruda realidad nos impone”.
B. “¡Hacen falta muchos sacerdotes!”.
C.“Tenemos necesidad de sacerdotes, porque si no se enfrentan los problemas en las comunidades, es por falta de sacerdotes.
Son demasiados los trabajos, las necesidades y pocos los sacerdotes para trabajar.
Hay demasiada gente, comunidades que todavía están dormidas por falta sacerdotes”.
4. EL AGRICULTOR. Dejamos la ciudad, y nos metemos en el campo. Brilla el sol. Hay piña y lechosa. Y un agricultor que se expresa con espontaneidad:
A. “Para mí es un orientador de los hombres, tanto en la vida religiosa como en lo social. Es el hombre escogido por Dios para conducir a los hombres a un camino cristiano. Es el hombre que representa a Cristo, es un padre a quien comunicamos con confianza nuestras cosas, nos ayuda a practicar la fe y la reconciliación con Dios, y hace cristianos a nuestros hijos”.
B. “Sí, hay mucha necesidad, me los encuentro poquitos”.
C. “Veo que son necesarios más sacerdotes, porque todavía hay muchas ovejas sin pastor. Faltan más que lleven la Palabra de Dios.
En nuestras comunidades la gente está ciega (aunque tenga fe) por falta de orientación del sacerdote.
Donde hay sacerdotes con seguridad se practica la Palabra de Dios”.
5. UNA PROFESIONAL. Frente a su escritorio, un poco extrañada por nuestras preguntas, nos contesta una profesional. Esta vez una trabajadora social:
A. “Para mí es un ministro de la Iglesia. Representa a Cristo en la tierra. Lleva la doctrina de Cristo.
Hombre capaz de ajustarse a las normas, que le somete la Iglesia, para ejercer su misma función. Es una persona especial, sacrificado, honesto, maduro, consciente… Es muy especial dentro del conglomerado social. Es un hombre muy humano, muy espiritual, que inspira paz y apoyo moral, humano y espiritual”.
B. “¡Claro que hacen falta! Naturalmente que veo como problema el surgimiento de vocaciones, frente al dramático mundo familiar y a los grandes cambios de la sociedad. El mundo se torna cada vez más complicado. Pero hacen falta sacerdotes”.
C. “Considero que frente a la crisis del mundo, faltan sacerdotes que busquen solucionar los conflictos mundiales, los problemas familiares, iluminándolos en el Evangelio.
El sacerdote da toque de vida sobrenatural al hombre, que se ha dejado llevar por el materialismo de hoy. Hace que el hombre dé a su vida un rumbo diferente.
El sacerdote en nuestra sociedad (católica por historia y por cultura) permite y colabora para que se conserven los valores y creencia”.
6. EL JOVEN QUE ASPIRA A SACERDOTE. Finalmente, nos dirigimos a un joven estudiante, al que un día le gustaría ser sacerdote. Resume nuestras tres preguntas así:
A. “Hacen falta muchos sacerdotes que luchen por la Evangelización de Cristo, por llevarla a todas partes del universo, que trabajen por un mundo de justicia y amor; que sean sacerdotes que luchen por la unión fraterna entre los hombres; que se amen, que amen y se dejen amar”.
B. “Aunque ha aumentado considerablemente el número de sacerdotes, sin embargo no alcanzan para el trabajo que tienen que realizar, por lo que no pueden atender mejor a todas las comunidades que necesitan ser apoyadas por estos profetas de Dios”.
C. “Yo sí veo que son necesarios, ¿Por qué? Hay muchas parroquias e iglesias solas o con un sacerdote con varias comunidades que atender.
Sacerdotes que, como Cristo, digan siempre la verdad, que ayuden a salvar a los demás. Hacen falta sacerdotes para atender a tantos pobres que lo necesitan, a los enfermos, a los tristes y humillados. No hay sacerdotes para atender a tantas cosas que necesitan ser observadas y enfrentadas, en este rebaño necesitado de ovejas…
En fin, hacen falta sacerdotes, ya que el pueblo de Dios no tiene pastores auténticos y suficientes que puedan atenderlo, cuidar bien de él, que como Cristo pastoreen a sus ovejas”.
7. HAGAMOS NUESTRAS REFLEXIONES. Cada uno puede hacerse esas mismas preguntas:
¿Qué es un sacerdote para mí? ¿Hay necesidad o no? ¿Por qué?
De todas maneras, cualquiera que pueda ser nuestra respuesta personal, notemos algunos aspectos que nuestros encuestados destacan:
Afirman que es un hombre escogido por Dios especialmente.
Reconocen que es una vocación no muy común, pero sí decididamente necesaria en la Iglesia y en la sociedad.
Ven al sacerdote como un hombre de Dios y de su pueblo. Si bien es verdad que cumple una misión de Dios, no la puede realizar sin un pueblo.
Aunque conocen que es un hombre limitado, como todo hombre, sin embargo, ven en él lo que verdaderamente representa: a Cristo.
A estas reflexiones, agreguemos las siguientes, tomadas de los obispos latinoamericanos, del Documento Conclusivo de su V Conferencia General, Aparecida, #193, 198 y 199.
“El Concilio Vaticano II establece el sacerdocio ministerial al servicio del sacerdocio común de los fieles, y cada uno, aunque de manera cualitativamente distinta, participa del único sacerdocio de Cristo. Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, nos ha redimido y nos ha participado su vida divina. En Él, somos todos hijos del mismo Padre y hermanos entre nosotros. El sacerdote no puede caer en la tentación de considerarse solamente un mero delegado o sólo un representante de la comunidad, sino un don para ella por la unción del Espíritu y por su especial unión con Cristo. “Todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y puesto para intervenir a favor de los hombres en todo aquello que se refiere al servicio de Dios” (Hb 5,1).
“El sacerdote, a imagen del Buen Pastor, está llamado a ser hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades. La caridad pastoral, fuente de la espiritualidad sacerdotal, anima y unifica su vida y ministerio. Consciente de sus limitaciones, valora la pastoral orgánica y se inserta con gusto en su presbiterio”.
“El pueblo de Dios siente la necesidad de sacerdotes-discípulos: que tengan una profunda experiencia de Dios, configurados con el corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración; de sacerdotes-misioneros, movidos por la caridad pastoral: que los lleve a cuidar del rebaño a ellos confiados y a buscar a los más alejados predicando la Palabra de Dios, siempre en profunda comunión con su Obispo, los demás sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos; de sacerdotes-servidores de la vida: que estén atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los más débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. También de sacerdotes llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación”.
CONCLUSIÓN
CERTIFICO que las respuestas sobre el sacerdote en República Dominicana, dadas por una ama de casa, un comerciante, un desempleado chiripero, un agricultor, un profesional y un joven aspirante al sacerdocio, arriba transcritas, son citas textuales de las mismas.
DOY FE, en Santiago de los Caballeros, a los 7 días del mes de septiembre del año del Señor 2008.
† Monseñor Ramón de la Rosa y Carpio
Presidente de la Conferencia del Episcopado
vale la pena
ResponderEliminarme parece un tema, que es muy interesante ademas lo abordaste de forma muy clara y con argumentos validos
ResponderEliminarjavier me parece bien que trate este tema
ResponderEliminarRealmente consagrarse a Cristo vale la pena
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